No sabría por donde empezar, si quejarme de la rutina, del constante aglutinamiento del caos, las trampas del sistema o un mal día. Todos factores importantes para que me sienta así.
Me ha pasado varias veces y con diferentes situaciones que aparecen y fastidian, pero después, después… ya no.
Una gotera por ejemplo. Apenas se prende el tanque del agua la gotera empieza, toc, toc, toc… continua incrementando la rapidez conforme pasan los minutos. La primera vez que apareció molestaba tanto, era sin duda un problema que debía resolverse a la brevedad! Pero no lo hicimos, ahora, un mes después aproximadamente, sigue ahí, ya no importa el sonido, tampoco la pérdida de agua, solo prendemos el tanque y después de una hora, se apaga. Agua caliente para mañana.
La luz de la entrada. Cuando se quemó el foco, los inconvenientes eran terribles, al llegar y no saber dónde dejar los zapatos, ni siquiera saber dónde ubicar las manos para sacártelos, todo era inconcebible. Tenemos que comprar un foco nuevo. Poco a poco, la molestia de no tener luz en la entrada dejó de molestar, al fin y al cabo hay otras luces cercanas para prender, ya no pensamos ni siquiera en cambiar el foco.
Para mí, ejemplos del conformismo en la rutina diaria.
Tráfico, constante emisión de smock, personas estresadas, cada una en un auto, solas, pocas acompañadas y no conversan. La locura de los semáforos, la gente que no los respeta, los peatones a los que no les importa y se juegan su vida al cruzar las calles sin usar el paso cebra y qué?. Llegarán todos a su casa, la mayoría comentará que fuerte que estuvo el tráfico o lo imposible que se ha vuelto transitar en las calles de Quito a “estas horas” (horas que pueden ser a cualquier hora del día).
Si es de mañana, al medio día o a las 5, horas pico.
En media mañana, tarde, en Quito hay demasiados autos.
A las 7, tráfico de las 7.
En la madrugada, la gente no respeta nada, es que no se puede, es peligroso.
Para mí, la gente no siente paz nunca, se trastornan con los problemas del resto, el caos de mi mente se contagia en la de todos, y todo se convierte en “imposible!”.
Solía despertarme todos los días a las 6 de la mañana, me bañaba y desayunaba, en 15 minutos lo hacía todo. Puntual en la parada. Así transcurrieron 12 años de mi vida, no tenía otra opción, el bus me recogía entre las primeras personas e iniciaba el recorrido. En las tardes, usualmente después de almorzar, la tele, la compu, los amigos, el teléfono, después el cafecito, la tele, a dormir, tenía que levantarme temprano. En las vacaciones, dormir tarde, ver tele, centro comercial, las pipas, los amigos, el teléfono, el Chat. Era miembro activo de la sociedad consumista, autómata del sistema.
¿Qué tan difícil era no dormir hasta tarde y hacer algo diferente? Muy difícil. Casi tanto como dejar de chatear para hacer deberes. El tiempo pasa increíblemente rápido cuando estás conectado, haciendo ¿qué exactamente? ¿Revisando tu mail?, ¿Qué tan seguido un amigo o conocido te escribe una carta dirigida hacía ti, (dejando de lado los mensajes en el Hi5, los deberes de la u o trabajo) y ¿qué tan alto es el número de correos que recibes que no son SPAM? Pero lo haces. Igual revisas el mail.
Para mí, personas como engranajes del sistema global.
Ahora, cuando reviso las acciones de mi día y encajan en esto, me pregunto, ¿qué es lo que hago con mi tiempo? Dónde está el provecho de estudiar todos los días y esforzarme para ¿qué precisamente? Las acciones pierden sentido, la motivación se enfrasca en el tarrito de mermelada que no te gustó, que no comerás de nuevo, que se guarda en la refrigeradora en el fondo hasta que se escarche.
Nada, los sentimientos se ven chiquitos, sin importancia, estamos matando al mundo, calentamiento global, nuestros hijos morirán, para ¿qué nacerán las futuras generaciones?! La existencia fue el botón flojo que se cayó cuando halaste el hilito suelto de la verdad. Cuál es tu verdad?! Es floja como el hilo? Delgada y fácil de romper?!
Hoy no tuve un mal día, pero si me sentí mal. Vacía. Con ganas de hablar con alguien, entonces decidí hablar mejor con todos…
Me sentía Reinita, de algún pueblito en las fiestas de la virgen de no se que aparación...!
